Derecho, libertad y control

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COMENTARIOS a “LO COTIDIANO DEL CONTROL EN LA GUBERNAMENTALIDAD LIBERAL DEL SIGLO XXI: UNA LECTURA DESDE FOUCAULT, TREINTA AÑOS DESPUÉS”, de Gabriela Rodríguez FernándezPortada_libro

Artículo publicado en el libro Contornos bélicos del Estado securitario. Control de la vida y procesos de exclusión social, de C. Fernández Bessa, H. Silveira Gorski, G. Rodríguez Fernández, I. Rivera Beiras, Anthropos, Barcelona 2010, 222 págs. ISBN: 9788476589540

Rescato dos conceptos que me parecen fundamentales y que, creo, inspiran el trabajo de Gabriela Rodríguez.

Por un lado, la definición del Derecho como aquella “herramienta contraria a la conversión del ser humano en cosa”. Creo que es un muy buen planteamiento ligar los totalitarismos con la reificación de la persona; supongo que eso está en Michel Foucault -y también en Hannah Arendt-. Y a su vez, colocar al Derecho como contrapeso de lo reificador que tiene el totalitarismo me parece muy adecuado. Me parece una idea muy sugerente, una especie de principio valórico que sirva para juzgar las formas contemporáneas del Derecho positivo.

Sin embargo, ya enseguida se diluye este principio, Gabriela Rodríguez sienta el final de esta concepción “liberadora” del Derecho, concepción marxista también, pues el resto del artículo va a describir el proceso por el cual la legislación de la vida, la juridificación de la cotidianeidad está produciendo control y no liberación.

Por ello, el segundo concepto fundamental es el de que “la cotidianidad de los habitantes del mundo tiende mucho más a una existencia legislada, disciplinada y regulada [...] que a un ágora en el que [...] se alce la construcción simbólica”. Me recuerda vivamente a la idea de “sociedad administrada”, utilizada por la escuela de Fráncfort para su crítica de la sociedad postindustrial avanzada. Herbert Marcuse define la “sociedad administrada”, una sociedad que controla e integra todas las dimensiones de la existencia tanto privada como pública, que administra metódicamente los instintos humanos; una sociedad en la que cualquier forma de negación del orden establecido se reprime y se convierte en factor de cohesión y adhesión. ¡Y que es la forma de sociedad preferida por el individuo!1

Estos dos conceptos forman el contraste básico que fundamenta todo el artículo. En realidad, la elaboración del segundo concepto “cotidianidad controlada-disciplinada” en relación con Foucault es el contenido del resto del artículo. Personalmente, a mí me gustaría una elaboración más densa de la primera cuestión, planteada por la dicotomía “totalitarismo-control/Derecho-libertad”. Pero eso es porque me apasionan las cuestiones fundamentales, de raíz. Y claro, eso me serviría para contrastar al Derecho contemporáneo, que es la herramienta que uso diariamente como jurista y sufro -también diariamente-, como ciudadano. Aunque al final, llegaría al mismo lugar que Gabriela Rodríguez, es decir, que el Derecho “no ha cumplido esa expectativa”, pero al menos, podría haber comprendido porqué. En el principio del apartado 4 (págs. 41 y 42) Gabriela describe la cronología de ese incumplimiento de expectativas un poco más en profundidad.

Sociedad o Estado.

El tema se establece dentro de otra dicotomía: Sociedad y Estado. En la pág. 39 Gabriela establece, creo, una curiosa metáfora del Estado: el superanthropos. No veo de dónde viene, no parece una simple metáfora, parece un concepto, algo más teórico y no lo encuentro justificado. ¿Es de Foucault? Según se mire, se puede interpretar que el superanthropos, es el alter ego de la Sociedad (en la dicotomía), lo suprasocial, pero entonces no es tan dicotomático: el Estado es social también al fin y al cabo. Necesitaría una aclaración del concepto del superanthropos. Pensé en un principio en el übermensch de Nietzsche, por semejanza léxica, pero por la semántica no tiene nada que ver.

El dispositivo de control en el siglo XXI. La tesis de Gabriela Rodríguez es que la(s) lógica(s) del riesgo es en realidad “variación sobre un mismo tema”, el liberalismo y el control liberal. El control de la incertidumbre, corrige la sensación de riesgo y acrecienta la seguridad y la protección. Nada nuevo, aunque ¿discutible? El ingrediente típicamente liberal es que esa incertidumbre, con sus consecuencias, debe mantenerse en parámetros normales, mediante el control general.

Creo que el meollo de la cuestión es la normalidad, funcionalidad, utilidad de los parámetros dentro de los cuales la incertidumbre sea manejable y no desborde en inseguridad, desprotección, riesgo. La cuestión es quizá superficial, pero es la que nos deja discutir el neoliberalismo... ¿o no? ¿podemos discutir más?

Parece evidente que inmigrantes, gitanos, sospechosos de terrorismo, están en el parámetro anormal, inútil, disfuncional, más allá de la certidumbre social.

La ayuda de las tecnologías electrónicas viene en ayuda de esta categorización social, suavizando subjetivamente el control de la normalidad.

Un problema es que este control tecnológico supone una lesión de derechos humanos.

¿Y si este control soft no lesionara jurídicamente derechos humanos?

¿Y si la voluntad del individuo libremente consintiera este control soft?

¿Y si toda la población, es decir, toda, estuviera ya y de una vez dentro de los parámetros normales/funcionales/útiles?

¿Todo esto sería suficiente? ¿Cerraríamos la discusión? ¿No estaríamos en una distopía?

Por tanto, debemos escurrirnos inteligentemente de la posible propuesta de debate epidérmico sobre lo normal/lo anormal, y discutir el fondo: el neoliberalismo es un proyecto distópico. O por decirlo de otro modo: es un proyecto indeseable, reificador de la persona, suicida, inhumano.

Conclusión.

Vuelvo al principio: ¿de qué sirve el Derecho? Gabriela Rodríguez decía: “herramienta contraria a la conversión del ser humano en cosa”. O sea en positivo, una -entre muchas- herramienta que realiza al ser humano en sí. El llamado final que hace la autora a la resistencia solidaria (Guantánamo, inmigrantes en CIEs) y egoísta (cada uno en su nombre) no dice nada del Derecho. ¿Ha renunciado a pensar el Derecho como esa herramienta que había afirmado al principio de su artículo? ¿Esa definición del Derecho se ha quedado en un mero desiderátum? ¿Sin aplicación práctica? A mí me gustaría pensarlo mejor, pero no respondería afirmativamente a ninguna de las tres preguntas, todavía.

¿Tú qué dices?

 

1“La creciente productividad del trabajo, un creciente producto excedente que, ya sea apropiado y distribuido privada o centralmente, permite un consumo cada vez mayor, sin olvidar la creciente diversificación de la productividad. En tanto que este sistema prevalece, reduce el valor del uso de la libertad; no hay razón para insistir en la autodeterminación, si la vida administrada es la vida más cómoda e incluso la «buena vida»”. El hombre unidimensional, Herbert Marcuse, Ariel, pág. 80.


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